sábado, julio 16, 2005

sueño n° 42-rubia lelí

Sueño número 42
Iba al cine con mis hermanos, iba a ver una película japonesa a un multicine, a una sala en donde siempre daban películas japonesas e iban japoneses a verlas. No había butacas, había tablas sostenidas por sogas, tablas muy largas y anchas sostenidas al techo por dos sogas cada una de ella, cada soga saliendo de cada extremo del largo y del medio del ancho de cada tabla. Uno se sentaba a ver la película en algo así como hamacas, bah, pero era imposible agarrarse salvo que te sentaras en alguno de los dos extremos del largo. El ancho también complicaba las cosas, porque si no querías sentarte con las piernas cruzadas tenías que hacerlo en el borde como para hacer caer tus piernas de las rodillas para abajo y si lo hacías te caías porque la tabla se inclinaba. Los japoneses se sentaban sobre las tablas en una posición muy cómoda se veía, como de loto y comían con sus palitos chinos. Nosotros llegábamos tarde y yo caminaba sobre una de las tablas desde una soga hacia la otra en cuatro patas para no tapar a nadie la pantalla. La tabla se movía, los japoneses empezaban a mirarme molestos y atentos, más a mí que a la propia película proyectada. Me caía. Y mi tabla chocaba contra otras tablas haciendo un ruido infernal. La película paraba y los japoneses dirigían sus miradas hacia mí, todos. Yo lograba sentarme y mantenerme más o menos en equilibrio sobre la tabla, hacía como si nada hubiera pasado, mi mochila y mi abrigo habían quedado lejos pero yo fingía que todo lo que precisaba lo tenía conmigo, no iba a arriesgarme otra vez, no con todos mirándome como me miraban... Sonreía a la gente que se sentaba sintiéndose superior y trataba de concentrarme en la pantalla en negro, como si lo que estaba viendo fuera muy interesante o yo tuviera una capacidad de percepción inusitada y excepcional. Pero ya era tarde, el error ya había sido cometido y los japoneses me miraban porque sabían qué era lo que estaba por ocurrir: entró un hombre con remera blanca y me dijo que tenía que abandonar la sala. Pedí por favor quedarme, dije que era nueva en cuestiones de arte y secretos del cine japonés, que sería más cuidadosa. Pero no, no había tu tía, tenía que irme en ese mismo momento. Salí y mis hermanos se quedaron en la sala, el tipo de remera blanca me condujo hacia una chica que trabajaba con ellos porque yo estaba tan avergonzada que me hacía la enojada, decía que quería la plata de la entrada de vuelta. La chica era un bombón, me trataba como si ella hubiera visto por monitor o de algún modo lo que había sucedido dentro de la sala y estuviera divertida y hasta simpatizando con mi fortuna y mi actuar. Me pidió todos mis datos y me explicó que no me iban a devolver la plata pero me iban a dar otra oportunidad. Me dijo que tenía que estar contenta por estar en el medio yo de un proceso de aprendizaje. "Los demás sólo habrán visto una película, vos habrás pasado por todas las emociones hasta llegar al éxito: te habrás esforzado, habrás pensado en abandonar, te habrás sentido orgullosa...". Pregunté para qué le daba mis datos y me dijo que a partir del día siguiente yo recibiría fotos todos los días, fotos en las que aparecería vestida de geisha. Yo no entendía y ella entonces esclarecía: "Tu inconsciente también tiene que estar listo, ¿no te parece?".* No era "geisha" la palabra que usaba la chica, no sé qué palabra usaba. Pero pensándolo ahora, sólo una geisha sería capaz de moverse despreocupadamente y bien, sin peligro, por las tablas de esa sala. ** En el sueño yo me preguntaba, cuando la chica me hablaba: "¿Estará bien dejar hasta mi inconsciente bajo control de estos japoneses? ¿Será el precio que tengo que pagar para aprender algo que quiero aprender? ¿No será que ellos me están haciendo creer que esto a mí me interesa, cuando en realidad no me interesa en absoluto?". "Deje de pensar y obedezca", hubiera interrumpido Sensei, que se da cuenta hasta cuando se te hace agua la boca por pensar en alguna comida rica. Y yo le hubiera dicho "¡Oss!", que es lo que uno tiene que decirle a Sensei te diga lo que te diga. *** Para algunos es tan difícil dejarse guiar, tan difícil. ¿Está bien que nos dejemos? ¿Puede ser peligroso? Sí, pero puede hacernos tan bien, de nosotros depende... Mente en blanco, mente en blanco por vez primera.
posted by Rubia at 1:51 PM

No hay comentarios.: